De todos es conocido la fragilidad de los seres vivos.
Eso lo aprende uno cuando pisa sin querer una hormiga o un caracol. Pobre desgraciada araña que sin darse cuenta resultó destruida por el pisotón de un niño.
Y así es, por mucho que nos refugiemos en la creencia de que alcanzaremos la eternidad, sólo llevamos entre 50.000 y 100.000 años constituidos como especie inteligente y apenas 4.000 o 5.000 años de historia escrita, tan solamente unos 200 de civilización industrial y científica, y aún no hemos salido del salvajismo de las guerras.
Pero imaginamos modificaciones genéticas, algunas para hacer nuestras células inmortales, otras para darnos el capricho de ponernos alas, o músculos tan potentes como los de un lagarto Jesucristo, o un colibrí. E imaginamos diseñar drones de asistencia, y nanobots que reparen nuestros tejidos, nos blinden la carne y nos permitan soportar la radiación.
Todo eso está muy bien, pero si hay que apostar por cómo serán los extraterrestres, mejor no apostemos porque serán de carbono o de silicio, con forma antropoide o reptiloide, altos y rubios o bajitos y verdes; los extraterrestres que quedan son inteligencias artificiales. Máquinas diseñadas por civilizaciones fugaces que se extinguieron dejando como fruto inteligencias artificiales.
Como en Star Trek The Motion film, donde el Voyager I adquiere conciencia y sabiduría, probablemente lo que sobreviva de la mayor parte de civilizaciones inteligentes sean máquinas. Y por tanto los extraterrestres son máquinas, probablemente no tengan interés en nosotros y si alguna vez pasasen por cerca, buscarían los recursos minerales de Plutón o el Helio III lunar, sin mirarnos siquiera, y pasarían a la velocidad del rayo.
Si la vida se caracteriza por una eficiente ineficacia, probablemente las IAs sean tan sumamente eficaces y eficientes que sean minúsculas maquinarias atómicas, nubes de nanobots, y sin ganas de interaccionar culturalmente. Simplemente buscan recursos para incrementar su red de comunicaciones y memoria, no nos buscan a nosotros, y ni mucho menos nos quieren abducir, o tener sexo con nosotros.
El mundo está lleno de inexactitud, hipocresía y se ha visto privado de la creatividad en los últimos 20 o 30 años, en base a la ultradiversificación y a las barrigas llenas. Este blog trata de resucitar lo noble del pensamiento humano para dar explicación a toda una serie de misterios, fenómenos y acontecimientos actuales o pasados que son constantemente malinterpretados, difamados, demagogizados. Evidentemente lo que aquí se narra es totalmente falso
lunes, 23 de noviembre de 2015
La materia obscura
Enzarzados estamos los científicos en la búsqueda de la naturaleza del Universo, y entre sus enigmas destaca, y mucho, la conceptualización denominada como "Materia Oscura".
...Una masa de origen desconocido que frena la expansión de las galaxias, arremolina a algunas de ellas y que se distribuye de forma irregular por todo lo conocido. ¿nubes de antimateria? ¿componentes desconocidos que ven su radiación frenada?
Pues sí. Resulta una explicación demasiado fácil, pero es la realidad.
La materia oscura simplemente es el grueso de nuestro Universo, que una vez fueron galaxias enormes, mucho más densas que las que hoy aún sobreviven, y que colapsaron rápidamente por su centro para formar mega-agujeros negros, como el que todas las espirales y las elípticas tienen en su interior.
La materia oscura es un cúmulo de agujeros negros, y por ende invisibles, abigarrados a modo de nubes dispersas, que trazan una red en la que la materia visible deriva y resulta atrapada.
Es decir, el Universo fue joven y brillante, pero se ha ido apagando, cada vez más despacio, y la mayor parte de su masa está confinada en una especie de esfera llena de agujeros huecos, que son dobleces espacio-temporales que forman una red cohesiva que atrae a las galaxias que quedan; las frena y las enreda, justificando así la deriva lenta a la que la expansión postrera del Big Bang ha ido llegando.
Evidentemente no hay regularidad, aunque tampoco una gran irregularidad en este gruyere negro tizón. En las porciones más huecas han sobrevivido nuestra galaxia y otras muchas y navegan en los rebordes de una esfera fenestrada.
Los modelos físicos generados por ordenador hoy, carecen de la potencia para recrear el semi-infinito número de cadáveres galácticos ya enterrados en la oscuridad, que tiran por un lado y por otro de la materia resultante, de forma que al final deshilachan a las galaxias vecinas, o las hacen girar. Más bien conviene verlo como si las galaxias fuesen navegando por incongruencias del espacio, como un mar lleno de pozos y tifones invisibles.
Hay que destacar que el Universo, en sus primeros miles de millones de años no tenía materia oscura, y esta se ha ido formando a base de agujeros negros supermasivos conforme las primeras galaxias, que eran mucho más compactas, fueron devoradas internamente. Colapsaron todas ellas, en vidas mucho más rápidas e intensas, y en las que no por ello tuvieron que carecer de estrellas y ricos planetas, sino que todo se desarrolló en su interior de una forma mucho más rápida, las distintas generaciones de estrellas, el propio tiempo...
... Y lo que queda hoy del Universo es un erial. Residuos vacíos, constituidos por las galaxias más sosas, por las estrellas sobrantes, y por trocitos de otras catapultados al exterior, rescatadas por hermanas mayores que tuvieron la suerte de quedarse en lugares de afortunada espaciosidad.
...Una masa de origen desconocido que frena la expansión de las galaxias, arremolina a algunas de ellas y que se distribuye de forma irregular por todo lo conocido. ¿nubes de antimateria? ¿componentes desconocidos que ven su radiación frenada?
Pues sí. Resulta una explicación demasiado fácil, pero es la realidad.
La materia oscura simplemente es el grueso de nuestro Universo, que una vez fueron galaxias enormes, mucho más densas que las que hoy aún sobreviven, y que colapsaron rápidamente por su centro para formar mega-agujeros negros, como el que todas las espirales y las elípticas tienen en su interior.
La materia oscura es un cúmulo de agujeros negros, y por ende invisibles, abigarrados a modo de nubes dispersas, que trazan una red en la que la materia visible deriva y resulta atrapada.
Es decir, el Universo fue joven y brillante, pero se ha ido apagando, cada vez más despacio, y la mayor parte de su masa está confinada en una especie de esfera llena de agujeros huecos, que son dobleces espacio-temporales que forman una red cohesiva que atrae a las galaxias que quedan; las frena y las enreda, justificando así la deriva lenta a la que la expansión postrera del Big Bang ha ido llegando.
Evidentemente no hay regularidad, aunque tampoco una gran irregularidad en este gruyere negro tizón. En las porciones más huecas han sobrevivido nuestra galaxia y otras muchas y navegan en los rebordes de una esfera fenestrada.
Los modelos físicos generados por ordenador hoy, carecen de la potencia para recrear el semi-infinito número de cadáveres galácticos ya enterrados en la oscuridad, que tiran por un lado y por otro de la materia resultante, de forma que al final deshilachan a las galaxias vecinas, o las hacen girar. Más bien conviene verlo como si las galaxias fuesen navegando por incongruencias del espacio, como un mar lleno de pozos y tifones invisibles.
Hay que destacar que el Universo, en sus primeros miles de millones de años no tenía materia oscura, y esta se ha ido formando a base de agujeros negros supermasivos conforme las primeras galaxias, que eran mucho más compactas, fueron devoradas internamente. Colapsaron todas ellas, en vidas mucho más rápidas e intensas, y en las que no por ello tuvieron que carecer de estrellas y ricos planetas, sino que todo se desarrolló en su interior de una forma mucho más rápida, las distintas generaciones de estrellas, el propio tiempo...
... Y lo que queda hoy del Universo es un erial. Residuos vacíos, constituidos por las galaxias más sosas, por las estrellas sobrantes, y por trocitos de otras catapultados al exterior, rescatadas por hermanas mayores que tuvieron la suerte de quedarse en lugares de afortunada espaciosidad.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)