jueves, 5 de enero de 2017

EVOLUCIONANDO AL ADÁN

EVOLUCIONANDO AL ADÁN


Una cosa repetida al hartazgo, no la hace cierta, pero sí más creíble.

Esta afirmación se basa en un mecanismo cerebral implícito en nuestros circuitos de memoria, según el cual lo que se repite, incluso aunque no vaya asociado a una emoción, o establezca una interconexión de funciones,  acaba por integrarse, por hacerse verdad en nuestra mente, como se ha demostrado en los últimos años científicamente, y desde hace siglos y milenios empíricamente.

Pero si bien el cerebro es maleable, nuestros genes no lo son tanto, o al menos no lo son de cara a la transmisión germinal. Uno no puede elegir qué cualidad de sí mismo transmitir a sus hijos, y cuáles no, si bien Lamarck insistió en esto, pues a su juicio la jirafa no era sino el hijo de varias generaciones de cebras que una tras otra habían estirado el cuello para comer de ramas más altas.

Lamarck quedó "retratado" con el paso de los años, y ni siquiera la epigenética parece que vaya a poder rescatarle. Las jirafas no venían de cebras que iban estirandose más y más, sino en todo caso de antepasados comunes con la cebra, bastante alejados además en la escala ontogénica, de los que fueron quedando los de cuello más largo. Y parece que más por seducir a las hembras y ganar los duelos de cortejo, que por comer las hojas de arriba, pues las jirafas, como se ha visto siempre, prefieren comer del suelo que de los árboles. (o hubo algún depredador terrestre masivo, o muchos incendios de matojos en el pasado)

Y por eso cuando nos repiten y nos vuelven a repetir que el hombre del futuro tendrá 6 dedos, o que tendrá un cerebro de dimensiones mayores, es posible que nuestro cerebro lo dé como cierto, pero nuestros genes no incorporarán este recuerdo, ni incorporarán los seis dedos, ni incorporarán el megalencéfalo.

La evolución, como todos sabemos, viene dada por la selección del que más se reproduce y ya está, siempre con la condición de una descendencia fértil y longeva, y también cuya expresividad sea más variable, es decir; sobrevive el que tiene muchos hijos, con myor número de parejas, y no es muy dominante, sino que sus características y rasgos conviven con la expresión de otros fenotipos. Podríamos añadir también que la descendencia fuese viajera para aumentar la veriabilidad y el número de ambientes en los que sobrevivir, y otras muchas características, pero las principales son las mencionadas.

La cuestión es que, si extrapolamos este principio básico darwiniano a la población general actual, nos llevaremos la sorpresa de que estamos seleccionando positivamente a individuos violentos, dominantes y en muchos casos con psicopatía. Me refiero fundamentalmente a los hombres, que aún seguimos siendo hoy, para nuestra desgracia o suerte, el elemento activo en la selección y elección de relaciones con fertilización final; o eso creemos nosotros.

Tienen más hijos fértiles aquellos individuos de baja extracción social. Aquellos con muchas parejas, sin escrúpulos ni moralidad para abandonarlas cuando están encintas o antes, y que tienen poca capacidad de previsión, pues los tienen a edades tempranas, sin tener un futuro ni una educación completas.
Y luego sí, también es cierto, algunos triunfadores sociales tienen muchos hijos con distintas parejas, fundamentalmente futbolistas, actores, cantantes...

Si nos vamos al género femenino: más de lo mismo; tienen más hijos de distintas parejas las prostitutas (a menudo sin desearlo), las chicas promiscuas, generalmente con pocas luces, o poca consciencia de la dificultad de la vida, teniéndolos de más jóvenes y seleccionando menos al padre de la criatura.

Nuestro futuro genético podría decirse que está en los canis, en los trifulqueros, en los canallas, en los caraduras y en menor grado en personas atléticas o con un físico privilegiado pero que dada su escasa capacidad de estudio y sacrificio en muchos casos, viven de una profesión artística antes de sentarse a hincar el codo y tratar de comprender la profundidad de la física o la lingüistica.

¿Se imaginan el mundo lleno de Bisbales, Maradonas, Julios Iglesias o Pablos Escobares? Guapos y caraduras, olvídense de los Newtons, Einstein, o Da Vincis. Toca Lebron James, Dennis Rodman, Donald Trump....¿?¿?

Pues hacia eso vamos, descontando claro los miembros de comunidades confesionales que tienen la orden religiosa de procrear en gran número, y además se les aporta el sustento económico y socioeducativo para ello o, en caso contrario, a criterio del líder, se les esteriliza o imposibilita encontrar pareja si no interesan.

Pero no se preocupen, no es cierto todo esto.

Esta prospección serviría para la pobre civilización europea y anglosajona. Pero la mayoría del mundo es asiática o africana, y en estos casos tienen muchos hijos muchas gentes sanas, cuya única selección es como hace siglos, la inteligencia y la salud fuertes, así que ellos constituirían el futuro del planeta, si no nos los cargamos.

En resumen, por mucho que escribamos en el móvil, si tener un sexto dedo no va a hacernos más atractivos, y no nos va a permitir dejar embarazadas o quedarse embarazadas con distintas parejas a más personas, no va a haber futuros humanos con sexto dedo.

Y si no nos pasan exámenes de física de partículas a punta de navaja, tampoco tendremos un cerebro más grande en los próximos siglos.

Fue en civilizaciones antiguas donde un individuo más inteligente, sí que tuvo más éxito reproductivo, puesto que supo hacerse chamán, o líder, o sacerdote, o constructor, o mercader, o pirata, y tener muchos hijos por el mundo. Pero hoy por hoy se sigue un proceso involutivo con respecto a la inteligencia abstracta, e incluso a la inteligencia social, de tal forma que ya no constituyen un filtro evolutivo.

En cualquier caso, la Naturaleza es la que ha decidido tomar este camino. En la propia lógica evolutiva entra tomar caminos y luego deshacerlos. La Naturaleza tomó el camino del hombre inteligente, constructor, programador, intelectual, y si ahora toma el camino del hombre fundamentalista, rufián, psicópata o macho agresivo, es porque sencillamente quiere deshacer el camino, intenta destruirnos como experimento erróneo, y de seguir procreando los que procrean hoy por hoy, no habrá más que guerras, confrontaciones, violencia y el ser humano se lacrará, volverá a un estado primitivo o desaparecerá.

O quizá sea la guerra, al final, la mayor forma de selección, pues cuando llega a acumularse el suficiente número de individuos violentos, fundamentalistas,  frívolos y sinvergüenzas, estalla la guerra, y en la guerra mueren muchos de ellos, sino la mayoría, y de nuevo se restablece la criba.

¿Autorregulación purificadora? Tiene cierto sentido.

Sea en esta era, o sea en otra, el punto de inflexión vendrá dado por el dominio de la genética.
La civilización lo suficientemente pacífica para sobrevivir y alcanzar el total control  de la genética, será capaz de autoseleccionar los genes que quiere hacer primar. Pero hacen falta milenios para lograrlo, y por el camino hay riesgos de que, especialmente llegando a este remache final del genio, sea nuestra propia estupidez la que nos destruya, sino por guerras, seleccionando erróneamente genes que nos lleven a guerras, o a la pobreza genética.

PD: Mientras no nos carguemos a los simios, volverá a haber nuevas humanidades. So nuestra reserva genética para caso de extinción. A la larga deberían volver a generar humanos, tal vez mejores o tal vez peores.

lunes, 23 de noviembre de 2015

Buscando vida en el Universo

De todos es conocido la fragilidad de los seres vivos.

Eso lo aprende uno cuando pisa sin querer una hormiga o un caracol. Pobre desgraciada araña que sin darse cuenta resultó destruida por el pisotón de un niño.

Y así es, por mucho que nos refugiemos en la creencia de que alcanzaremos la eternidad, sólo llevamos entre 50.000 y 100.000 años constituidos como especie inteligente y apenas 4.000 o 5.000 años de historia escrita, tan solamente unos 200 de civilización industrial y científica, y aún no hemos salido del salvajismo de las guerras.

Pero imaginamos modificaciones genéticas, algunas para hacer nuestras células inmortales, otras para darnos el capricho de ponernos alas, o músculos tan potentes como los de un lagarto Jesucristo, o un colibrí. E imaginamos diseñar drones de asistencia, y nanobots que reparen nuestros tejidos, nos blinden la carne y nos permitan soportar la radiación.

Todo eso está muy bien, pero si hay que apostar por cómo serán los extraterrestres, mejor no apostemos porque serán de carbono o de silicio, con forma antropoide o reptiloide, altos y rubios o bajitos y verdes; los extraterrestres que quedan son inteligencias artificiales. Máquinas diseñadas por civilizaciones fugaces que se extinguieron dejando como fruto inteligencias artificiales.

Como en Star Trek The Motion film, donde el Voyager I adquiere conciencia y sabiduría, probablemente lo que sobreviva de la mayor parte de civilizaciones inteligentes sean máquinas. Y por tanto los extraterrestres son máquinas, probablemente no tengan interés en nosotros y si alguna vez pasasen por cerca, buscarían los recursos minerales de Plutón o el Helio III lunar, sin mirarnos siquiera, y pasarían a la velocidad del rayo.

Si la vida se caracteriza por una eficiente ineficacia, probablemente las IAs sean tan sumamente eficaces y eficientes que sean minúsculas maquinarias atómicas, nubes de nanobots, y sin ganas de interaccionar culturalmente. Simplemente buscan recursos para incrementar su red de comunicaciones y memoria, no nos buscan a nosotros, y ni mucho menos nos quieren abducir, o tener sexo con nosotros.

La materia obscura

Enzarzados estamos los científicos en la búsqueda de la naturaleza del Universo, y entre sus enigmas destaca, y mucho, la conceptualización denominada como "Materia Oscura".

...Una masa de origen desconocido que frena la expansión de las galaxias, arremolina a algunas de ellas y que se distribuye de forma irregular por todo lo conocido. ¿nubes de antimateria? ¿componentes desconocidos que ven su radiación frenada?

Pues sí. Resulta una explicación demasiado fácil, pero es la realidad.

La materia oscura simplemente es el grueso de nuestro Universo, que una vez fueron galaxias enormes, mucho más densas que las que hoy aún sobreviven, y que colapsaron rápidamente por su centro para formar mega-agujeros negros, como el que todas las espirales y las elípticas tienen en su interior.

La materia oscura es un cúmulo de agujeros negros, y por ende invisibles, abigarrados a modo de nubes dispersas, que trazan una red en la que la materia visible deriva y resulta atrapada.

Es decir, el Universo fue joven y brillante, pero se ha ido apagando, cada vez más despacio, y la mayor parte de su masa está confinada en una especie de esfera llena de agujeros huecos, que son dobleces espacio-temporales que forman una red cohesiva que atrae a las galaxias que quedan; las frena y las enreda, justificando así la deriva lenta a la que la expansión  postrera del Big Bang ha ido llegando.

Evidentemente no hay regularidad, aunque tampoco una gran irregularidad en este gruyere negro tizón. En las porciones más huecas han sobrevivido nuestra galaxia y otras muchas y navegan en los rebordes de una esfera fenestrada.

Los modelos físicos generados por ordenador hoy, carecen de la potencia para recrear el semi-infinito número de cadáveres galácticos ya enterrados en la oscuridad, que tiran por un lado y por otro de la materia resultante, de forma que al final deshilachan a las galaxias vecinas, o las hacen girar. Más bien conviene verlo como si las galaxias fuesen navegando por incongruencias del espacio, como un mar lleno de pozos y tifones invisibles.

Hay que destacar que el Universo, en sus primeros miles de millones de años no tenía materia oscura, y esta se ha ido formando a base de agujeros negros supermasivos conforme las primeras galaxias, que eran mucho más compactas, fueron devoradas internamente. Colapsaron todas ellas, en vidas mucho más rápidas e intensas, y en las que no por ello tuvieron que carecer de estrellas y ricos planetas, sino que todo se desarrolló en su interior de una forma mucho más rápida, las distintas generaciones de estrellas, el propio tiempo...

... Y lo que queda hoy del Universo es un erial. Residuos vacíos, constituidos por las galaxias más sosas, por las estrellas sobrantes, y por trocitos de otras catapultados al exterior, rescatadas por hermanas mayores que tuvieron la suerte de quedarse en lugares de afortunada espaciosidad.